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    Palestina Lliure

    Historia 3 de Roo 7 2

    Profesional anónimo de salud mental en Gaza, Palestina
    Historia 3 de Roo 7 2

    Deseando que no haya noche:

    El peor momento del día en esta guerra salvaje es cuando empieza a ponerse el sol, como si la noche hubiera sido convertida en arma por el colonizador para infundir miedo y horror.

    Son las noches del terror.

    Oscuridad total.

    Sin electricidad.

    Incesante inquietud.

    Sonidos exagerados de explosiones.

    El miedo por nuestros hijos es múltiplo de nuestro miedo por nosotros mismos.

    Cuando tenemos la oportunidad de seguir las noticias o ver a los mártires, especialmente a los niños, nos invade una abrumadora sensación de miedo que nos sacude hasta la médula.

    Sólo el miedo excesivo y el agotamiento acumulado pueden hacer que los niños se duerman. Damos gracias a Dios cuando duermen, aunque sea de miedo y agotamiento, para que no se despierten con algunos de los aterradores sonidos de los bombardeos.

    Los adultos nos empujamos unos a otros con oraciones, alabanzas y deseos de no ser el próximo blanco.

    Las horas de la noche son lentas e inmóviles. Rezamos a Dios para ver otra mañana en una nueva vida... aunque la luz del día no es menos peligrosa, pero encontramos consuelo en la compañía de las personas que nos rodean y que siguieron vivas. Los ocupantes transformaron la noche que Dios hizo para el descanso y la satisfacción en un visitante indeseado de terror cotidiano.

    Nuestras esposas se mantienen ocupadas preparando la comida y cuidando de los niños todo lo que pueden. Y nosotros, los maridos, salimos de casa con el alma en un puño para satisfacer las necesidades básicas. No sé si volveré con agua para mi familia o si mi sangre regará la tierra bajo mis pies. No sé si volveré para encontrar a mi familia sana y salva o bajo los escombros. Y si estoy destinado a volver con mi amada esposa, la apoyo en todo lo posible. ¡Cómo echaba de menos hablar con ella de los niños y de mis problemas en el trabajo! Ahora nuestras conversaciones consisten en escuchar y apoyar (considerar planes de emergencia -soluciones para la escasez de agua-, organizar los retos cotidianos en general, etc.). Nos aferramos a la vida con todas nuestras fuerzas por un mañana mejor.

    Nos consolamos mutuamente de que seguimos vivos y de que la esperanza es suficiente para aguantar hasta mañana. Todo por el mañana. Un mañana que rezamos sea mejor que el de ayer.

    Roo7 - Profesional anónimo de la salud mental en Gaza, Palestina (por miedo a ser atacado)
    25 de octubre de 2023